Conjeturas, teoremas, Kepler y Newton


Como es evidente, no es lo mismo una conjetura que un teorema. Cuando se demuestra una conjetura es cuando adquiere el título de teorema, y esto es algo que durante años se ha tenido poco en cuenta. 

Tomemos, por ejemplo, a Johannes Kepler (1571-1630). Todos nos hemos llenado la boca de reverencia refiriéndonos a las leyes de Kepler, pues bien, se trata de deducciones empíricas, basadas en los datos de las tablas de Tycho Brahe (1546-1601), geniales si se quiere, dadas a conocer al mundo científico y aceptadas paulatinamente por este, pero sin demostración matemática alguna. Las tres leyes de Kepler parece que gobernaban el movimiento de los astros, cosa que fue convenciendo poco a poco a los astrónomos de su tiempo de que debían ser ciertas. Pero lo único que podía decirse desde la atalaya del conocimiento es que eran tres conjeturas brillantes, no que fueran tres afirmaciones matemáticas verdaderas, tres teoremas.

Llegó Isaac Newton (1643-1727) y, a más de medio siglo de distancia, se hizo metafóricamente la luz. Fue Newton quien, aplicando las leyes elementales del cálculo infinitesimal e integral a la mecánica, dedujo las tres leyes de Kepler a partir de la hipótesis fundamental, la ley del cuadrado inverso, que establece que dos cuerpos se atraen con fuerza directamente proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de las distancias que los separan. Y como se trata de Newton, una luminaria del pensamiento a quien se tiene por algo lóbrego y reconcentrado, he aquí una historia sobre él, claramente apócrifa, pero que humaniza un tanto al personaje y se cuenta con frecuencia en los anecdotarios. Newton tenía un perro, llamado Diamond (es cierto y está demostrado), al que atribuía en broma dotes matemáticas. En cierta entrevista con Wallis, le dijo chanceándose. "Hoy Diamond ha probado dos teoremas antes de la hora de almorzar." Wallis le siguió la broma " Su perro debe ser un genio." Respuesta de Newton: " Oh, no tanto. Una demostración contenía un error y la otra presentaba una excepción patológica.